27 nov 2011

Siempre será la nena...


En la isla nena no hay perros, hay caballos
y los lagartos los cambiaron por gallinas.
En donde van los centros comerciales dibujaron llanos
y los edificios fueron expulsados por las colinas.

Se escucha el escarceo de extranjeros en el muelle;
más adentro el grito de lamento del viequense.
La Esperanza lleva consigo la palabra maestre,
el adjetivo que da forma a la mentalidad de su gente.

Una gran familia yace aquí en la isla nena,
de sangre espesa, más fuerte que el moriví.
Bajo el talon de sus líderes tiranos sin vergüenza,
como hormigas sin descanso luchan hasta morir.

Año tras año, ayer la marina y hoy el engaño
Excuse me... can you help me, mister?
Yo bien y tú, don cuello blanco?
Del norte y del viejo mundo el malecón se viste.
Del país que quieras...menos el de su origen.

Tenemos mucha tierra, pero muy poca nuestra.
Aquel que ya no está, pero realmente nunca se fue.
Como entrar a una casa ajena y ensuciar el piso;
mucho más que una mancha dejó el cabrón gringo.

Hoy se respira paz entre tanta mentira,
desprecio y rechazo, mal nombrado progreso.
Como jugar al escondite en busca de un colmado,
suplicando sorpresas al final de una larga travesía.

Cae la tarde y suenan las puertas de pequeñas casas;
grandes en humildad y respeto a su madre rriqueña.
La plaza reúne las almas de un pueblo entero
que se niega a olvidar su espíritu guerrero.

La nena tiene una memoria lucida que no titubea.
Bieke es nuestra y tú, ¡pa' fuera!